La lujuria, la gula, la ira, la pereza, la soberbia, la envidia y la avaricia. Son los siete pecados capitales que recoge la tradición y que son, en cierta forma, un modo de ver el mundo y la condición humana. Son aquellas tentaciones que más nos cuesta vencer y contra las que la razón (y la religión, y la moral, y las costumbres...) nos aconsejan luchar. Pero en una sociedad totalmente distinta a la que existía cuando esos pecados se anunciaron, también las grandes tentaciones necesitan una puesta al día.
La privacidad es ahora uno de nuestros bienes más preciados, y está en peligro. El pasado miércoles, más de 4,5 millones de usuarios de la aplicación de mensajería que se autodestruye Snapchat vieron como sus alias y números de teléfono eran publicados en internet como resultado de un ataque a la seguridad de la app. “La gente suele utilizar el mismo nombre de usuario siempre, así que puedes utilizar esta información para asociar números de teléfono con cuentas de Facebook o Twitter o simplemente para averiguar el número de teléfono de aquellas personas con las que quieras ponerte en contacto”, se leía en la página web donde podía descargarse el archivo con todos los datos.